"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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26-06-2011 |
La Huelga General
En homenaje aquellos dirigentes, a Washington “el perro” Perez, obrero de Funsa y al Ruben Sassano obrero del Puerto.
Este artículo esta dirigido a las nuevas generaciones. Esas generaciones no conocen porque la actual central de Trabajadores uruguayos se llama PIT-Cnt. Ni siquiera cual es la intrincada historia que está detrás de todo esto. Compiten además sobre aquella historia que fue una gesta heroica y pacifica como pocas, las interpretaciones de la izquierda y aún de aquellos que desde el foquismo armado, teniendo oportunidad de revertir una situación política, con apoyo de masas, retrocedieron ante la magnitud de la tarea y desertaron del campo de batalla. Eran incapaces de comprender la lucha de masas real, la conciencia obrera que se había ido forjando en las fábricas y talleres, por el conjunto de militantes, activistas, delegados y líderes, en congresos donde las disputas ideológicas eran serias y muy enconadas.
La Huelga General dio origen, además –en su momento- a dos balances: el balance del reformismo y el balance de las 3 F (los gremios combativos, entonces, de la Federación de la Salud, de Funsa y de la Federación de Obreros de la Bebida).
Hoy todas aquellas disputas son viejas y no deben servir ni para la división ni para el encono. Sin embargo, NO DEBEN OLVIDARSE. Hubo en aquella gesta enseñanzas múltiples cuyos ecos repercuten todavía , aunque el lenguaje con que se expresen, intenta evitar las cuestiones más urticantes.
El movimiento obrero uruguayo tiene una larga historia que supera los 100 años con largueza. Fue una historia en el cual la unidad era una aspiración colectiva que se vio trabada y saboteada por las interpretaciones políticas. En esa historia nadie menciona hoy día la UGT, un intento sectario como pocos, dirigido por corrientes que aspiraban a repetir gestas de otros, (que estudiaban poco y comprendían menos) metidos como estaban, en las interpretaciones de manuales . Para los más contumaces de aquellos sectarios todo empieza con el Congreso del Pueblo y ocultan bajo del colchón lo anterior, de lo cual han renegado desde la década del 50, pero solo desde la boca para afuera. Para ellos, todo sigue siendo como siempre, una interpretación “positiva” de lucha en lucha y de victoria en victoria. Nada más falso y nada más mal intencionado. Aún hoy, cuando el Muro de Berlin es polvo entre los polvos de la Historia, siguen impertérritos, inmunes, repitiendo las viejas tonterías. Solo que ahora, los antiguos rivales son aliados, y ambos participan alegremente de este “progresismo” gubernamental en el cual la izquierda ha renunciado al socialismo, para forjar un “capitalismo humano”, quimera de las quimeras, renunciamiento entre los grandes renunciamientos.
La Huelga General es hija de las luchas obrera cuando la burguesía criolla no pudo encontrar más nichos en los cuales refugiarse y desde los cuales –para asegurar su gobernabilidad- repartían migajas mas importantes que las que ahora reparten los progresistas del Frente Amplio-Encuentro Progresista en el gobierno, para hacer frente a la indigencia y a la pobreza.
Duró 15 memorables días. Y fue la primera vez en la Historia del Uruguay, que una clase, la clase obrera se plantó ante la sociedad toda, como el primer campeón social de los oprimidos. Como el primer demócrata en serio entre las corrientes de la democracia pequeño burguesa. No hubo una sola de las clases, capas, segmentos y fracciones en que se divide la sociedad moderna de clases en Uruguay, que pudiera mostrar la firmeza, la decisión, la audacia y el coraje de los obreros uruguayos dirigidos por sus líderes naturales, elegidos por ellos mismos, que organizaron, coordinaron y sortearon en breves momentos los avatares que todo enfrentamiento encierra. En esos 15 días se “cayo” el transporte, y hubo que salir a frenar los colectivos, restablecer la moral, incentivar la lucha y, prendiendo fuego los colectivos, obligar perentoriamente a que los carneros y los pequeños patrones sacaran de la calle las unidades con las que se pretendía desalentar a los huelguistas ocupantes y quebrar la huelga. Salieron de las fábricas los jóvenes militantes con sus motos, sembraron las calles de “miguelitos”, subieron a los ómnibus y los pararon prendiéndoles fuego.
En aquella lucha, como en todas las anteriores las Fuerzas Armadas, salieron a hacer -conducidas por sus oficiales, armados hasta los dientes, con camiones y tanquetas- los desalojos a mano armada. Los obreros acataban lo que no podían enfrentar, y salían envueltos en las estrofas del Himno Nacional, que obligaban a cuadrarse a los milicos y aprovechando esa momentánea indecisión de sus verdugos, retomaban las ocupaciones. Hubo fábricas desocupadas y vueltas a re-ocupar hasta tres veces. Un verdadero ballet de heroicidad, de coraje y de férrea voluntad de no aflojar que debería estudiarse en todas las escuelas de cuadros de la izquierda, para mostrar el formidable empuje, la extraordinaria inventiva de los obreros comunes y corrientes, dirigidos por sus líderes naturales de base. Fue en esa lucha que los obreros uruguayos (individualmente muchos de ellos con el ciclo de Enseñanza Primaria no terminado) le dieron clase de civismo, de conciencia, de lucidez a todos los doctores de los partidos tradicionales y hasta a muchos líderes de la izquierda. Cuando todos estos farsantes se subieron después a las tribunas que abrió el pueblo trabajador con su lucha para ponderar la democracia de la que habían abjurado porque fueron ellos los que fueron a golpear a las puertas de los cuarteles, o se confundieron con comunicados mentirosos, fraguados por la Inteligencia Militar (el 4 y el 7 de lamentable memoria) los obreros estuvieron siempre claros.
Así nació la Tiranía Militar en Uruguay, que duró sus buenos 12 años de terror ininterrumpido, marcada a fuego por la clase obrera uruguaya que arrastró detrás de sí a todas las otras capas de los asalariados y de las clases medias. Marcada a fuego decimos, condenada y estigmatizada para siempre. Nadie recuerda que en aquella lucha estuvieran en la primera línea del enfrentamiento y el combate el Sr. Astori, el Sr. Tabaré Vázquez, la mayor parte de los ministros del actual gabinete. Casi todos los diputados y senadores de la izquierda gobernante. Esos eran “nuestros soldados tranquilos” como fueron “soldados tranquilos” en el 33, toda la democracia pequeño-burguesa de los partidos tradicionales que dejaron hacer a Terra. Todos esos soldados de pacotilla, demócratas inconsecuentes ,vienen después a repartirse como caranchos, lo que nunca supieron conquistar con su sacrificio y con su lucha. Son carroñeros de las luchas ajenas. Voraces disputantes de las canongías gubernamentales a mas de 120.000 pesos mensuales, mientras la inmensa mayoría de los viejos combatientes obreros o sus hijos que los han sustituidos ganan, en el Uruguay progresista, 10.000 pesos. El resto, 600.000 hombres y mujeres de carne y hueso, en el Uruguay actual están en la pobreza o en la indigencia
. Aún hoy un Astori, un Lorenzo, tienen problemas para soltar unos pesitos jubilatorios a los presos, los perseguidos y los torturados, porque prefieren utilizar los recursos para pagar la “Deuda Externa” que es la “herencia” que nos dejaron los milicos. Cuando algún observador señaló –hace años- que nos cambiaban la Deuda por la “democracia” y que en la democracia se reservaba el derecho a seguir ganando y explotando, nuestros progresistas se escandalizaron. Los militares ADEMAS de la tortura, las violaciones y el terror, llevaron la deuda de 400 a 7.000 millones a razón de 254 millones por año. Y de esa deuda –que hoy es mucho mayor- anda el Sr Astori, y el Sr. Lorenzo queriéndonos confundir con la semántica de dividirla en deuda bruta y deuda neta que les permita a ellos hacerse la propaganda de los éxitos gubernamentales con los que nos aturden todos los días, para confundir a los más bobetas, a los más atrasados que son siempre los más crédulos.
No hacemos la cronología de la Huelga General, los que hicimos la historia de aquellos días heroicos, de fraternidad genuina, de lucha con sonrisa, con alegría y despreocupación por lo que vendría después, entonces no escatimábamos el cuero. Sabíamos que hacíamos Historia, historia de la linda, de la que nace de la lucha codo con codo con otros hombres y mujeres tanto o más heroicos. Así cayo Ramón Peré, comunista, estudiante, padre de familia, asesinado por la espalda por un Tranquilino Machado, instrumento servil, mayor de edad, que servía a las órdenes de los que destruían la Democracia. Y ni aún con un fallo judicial en contra, los que los defienden se arrepienten de la Tiranía que instauraron. A eso llevan los jueguitos de un Sr. Presidente, que se llama Mujica. Porque él “no es juez” como dice este renegado presidencial que se subió al poder por la izquierda y se bajará de él por la derecha.
Todo esto deben saberlo las nuevas generaciones. Los que vinieron después de la generación del 83, los que hoy son jóvenes, estudian, trabajan, o tienen que emigrar porque en su país, aún con el progresismo gobernante, los grandes problemas no se solucionan. Hay que atar el pasado y el presente y saber que hay una línea de continuidad entre lo que fue, lo que es y lo que posiblemente será.
En la Huelga General no pudimos tomar el “cielo por asalto”. Debíamos haberlo tomado si las armas que tenían los partidos de izquierda y las guerrillas se hubieran repartido. No lo hicieron y después cayeron en manos de los militares. Un Semproni –que volvió a re-aparecer en estos días, particularmente el 19 de mayo- es uno de los dirigentes que se encargó de ello. Era bancario entonces, y le faltó el nervio, le tembló la chiquizuela (o la pajarilla) y se fue para Buenos Aires. Pero no fue el único, hubo dirigentes de Partido que también hicieron lo mismo. Nos aconteció presenciar la prédica de uno de esos sectarios en la asamblea de fábrica que ocupábamos. El hombre largo un espiche contra los “guerrilleros y las armas que no estaban”, después, días más tarde, volvió a espichar pero ahora “contra la Huelga que no debíamos haber lanzado”. Ubicuo, sectario, oportunista, el Partido le daba cuerda y hacia siempre un argumento justificativo de las posiciones del mismo.
Después salieron a justificar lo que no podía justificarse. Y por eso hubo dos balances de la Huelga General. El de la línea mayoritaria de la CNT y el de la “Tendencia Combativa”(1). Ese balance debería re-publicarse porque ahí sí están al descubierto los debates y la médula de la cuestión. La línea de conciliación de clases, la búsqueda de acuerdos con los que NO DEBEMOS BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA HACER ACUERDOS, está allí plasmada. Siguieron los discípulos de aquellos que apostaron por la conciliación su prédica. Creían que podían cobijarse bajo el sindicalismo amarillo que fomentaban las Fuerzas Armadas. Y estas aplicaron después de la Huelga el PEINADO FINO contra los militantes, activistas, delegados del movimiento obrero. Con fotografías tomadas de las ocupaciones, torturaban brutalmente y obligaban fábrica por fábrica a reconocer los rostros que tenían fotografiados. En esos menesteres hicieron sus primeros pininos algunos (solo la parte mas importante) de los que hoy descansan sus huesos en una cárcel VIP, la de Domingo Arena. Y después de despedirlos de sus trabajos, los obligaron al exilio y ahí también los fueron a cazar nuevamente, implacablemente.
A la burguesía golpista, a los militares, les sobró la conciencia de clase, que le faltó a la izquierda. Ellos supieron siempre que su principal enemigo era la clase obrera. Y se empeñaron en destruirla, en la red y el tejido mismo de sus hijos mas concientes. Asi empezó el Terrorismo de Estado. Así después, para cortar de una vez con el asunto, ciertos gobiernos democráticos cerraron las fábricas, los talleres que eran la cantera misma de la resistencia social más consecuente.
En el tramo final de la Tiranía, cuando se caía en pedazos la economía nacional, cuando la deuda externa ponía el peligro la existencia misma del Uruguay, derrotada la clase obrera, tuvo sin embargo la visión y el coraje de dar la última batalla. El Plenario Intersindical de Trabajadores llamó a una concentración. Y se produjo un nuevo milagro para los tontos que hoy quieren interpretar: la clase obrera uruguaya, débil, perseguida, derrotada, aglutino detrás de su llamado un pueblo entero. Canalizó con coraje y lucidez el momento político. Tal había sido el legado formidable que dejaba la Huelga General. Se ha dicho por sus mismos actores, que en la tribuna, contemplando la proeza, el viejo presidente de la CNT, dijo a los nuevos dirigentes “bueno, ahora nosotros nos tenemos que ir”. Y recibió por respuesta un abrazo fraternal y la palabra de que no debía irse. Que la lucha se encarnaba de nuevo, que los vencedores del momento, no abandonaban en su momento de triunfo, a los compañeros de la clase que no habían sabido comprender. Era el fin de las polémicas que habían dividió el exilio, entre la CNT combativa, organizada y resistente que propagandeaba cierto partido y la realidad evidente de que era el PIT, el Plenario Intersindical de los Trabajadores, el que convocaba a las masas. Y es por eso, en reconocimiento a ese hecho evidente, que nadie puede negar, es que la central actual de los trabajadores uruguayos se llama PIT-Cnt.
Ese es el mejor homenaje que podemos hacer a aquella gesta. Que aún en medio de las polémicas más duras, de las maniobras, de los sectarismos mas infames, los trabajadores uruguayos han reconocido siempre la necesidad de la unidad. Y es de esa manera que “la clase en si”, ejercita sus músculos, para ser “la clase PARA SI”. Faltan todavía muchas luchas. El largo proceso que comenzó con los “Gremios Solidarios” deberá recorrer todavía un largo camino. En ese camino deberemos limar las diferencias con los sectarios, con los que pierden el rumbo y se ciegan, con los que aflojan. Habrá también que ganar a los que embaucados por la ideología burguesa de “hace la tuya” se parapetan en un individualismo sin futuro. Esa también es una herencia que nos dejaron los milicos. Ellos y sus “mandos naturales” la miserable burguesía dependiente uruguaya. Ellos son nuestros principales enemigos. Enemigos irreconciliables. Con los que no debemos transar.
La lucha a pasado. Hoy aquella Huelga es parte del pasado. Pero algo hay de grandioso en ella que todavía concierta, llama la atención, obliga a referirse a ella. Fue un cimiento fundamental que da la base para un futuro. Ese futuro no está prefijado en las estrellas. Lo harán, si lo hacen, los hombres y mujeres de carne y hueso de éste nuestro país. Deberán transitar todavía muchos caminos. Los cimientos no son el edificio, son solo su basamento. Pero en el caso nuestro sabemos que son firmes, sólidos, inquebrantables. Sobre ellos construirán otros que no seremos nosotros, como nosotros los recibimos de otros que lucharon antes que nosotros. Sabemos que ellos estarán a la altura de la tarea, que nos superarán con creces. Y hacia ellos es que están dirigidas estas palabras.
(1) Los documentos, que están allí, que los puede leer cualquiera, son muy ilustrativos, pero nos acotan también que además de los mismos, la polémica entre Mario Acosta del Sunca y Hector Rodriguez del Congreso Obrero Textil. Despues de los hechos, todavía hoy, recientemente, personajes como Niko Schwarz, han salido a justificar en parte, las vacilaciones de su partido. Hacen lo que han hecho siempre y es por esa falta de capacidad autocritica profunda, de seriedad de análisis, que el Partido Comunista uruguayo esta sumido en una profunda crisis, de la cual no sale. Aún sus intelectuales más prominentes, un Alvaro Rico, un Caetano, siguen manteniendo el sectarismo visceral, justificativo, en el que fueron adoctrinados. No pueden comprender que los partidos son INSTRUMENTOS, para la lucha de clases, cuestión que Marx dejó muy claro en el Manifiesto Comunista. Los estalinistas son así.
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