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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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03-09-2011

 

 

 


 

 


Los zig-zags de Mujica y el decline de Astori.

SURda

 

 

 

Nuestra Opinión

 

 

Fue en el reciente cónclave (mediados de agosto) del Partido Nacional en que el politólogo Gonzalez (el “sordo”) acuñó el concepto zig-zag. Dijo, refiriéndose a la audiencia, compuesta de los principales caciques y caudillejos de este conglomerado burgués tradicional (que eran los que le pagaban la intervención) que las idas y venidas del Sr. Presidente lo eran en función de las necesidades políticas, dentro del marco de compensar, por la izquierda, lo que es un definido curso de derechas. Dijo también, que ese curso está determinado por la presión silenciosa de las bases electorales del Frente Amplio que están a la izquierda de las cúpulas. Y agregó que si el Partido Nacional se plantea disputar el poder político en las próximas elecciones, deben terminar las rencillas de política menuda con el otro partido burgués (el Colorado) porque esos enfrentamientos les restan credibilidad política –a ambos- ante el electorado.

Mujica lanzó su iniciativa (el impuesto para financiar la caminería rural) inmediatamente despues del 19 de Mayo, cuando concretó en materia de derechos humanos y sobre el tema del Terrorismo de Estado, su mayor error político y se alineó definitivamente con lo mas reaccionario de los sectores militares y, con los sectores burgueses, de afuera y de adentro del propio Frente Amplio. Inmediatamente de ese operativo tendiente a recuperar en parte el desprestigio político que le amenazaba, su grupo político el MPP, por la voz del Sr. senador Agazzi, lanzó la idea complementaria de que el impuesto sobre las extensiones mayores de 2.000 hectáreas serían un freno efectivo a la concentración agraria y la extranjerización de la tierra que llegan ya a un 25% del total de tierras disponible (1).

La propuesta Mujica, lanzada a fines de mayo, tuvo desde el comienzo la oposición del denominado frente Liber Seregni, el conglomerado político del grupo del Sr. Astori, Asamblea Uruguay, y otras fracciones entre las que se encuentra el grupo del senador Michelini. Se dijo desde el comienzo que “cambiaba las reglas del juego” , aventuraba el rumbo de la política económica (que se había acordado dirigiría Astori y su equipo: Lorenzo en el Ministerio de Economía y Fianzas y Bergara atrincherado en el Banco Central). Astori mismo se encargo, en las primeras fases, de dirigir la oposición a la propuesta y convocó rápidamente la concordancia de los sectores de la oposición burguesa (Blancos y Colorados) que luego se extendió a las organizaciones corporativas de los propietarios agrarios desde la Asociación Rural a la Federación Rural. A nivel ministerial, la oposición frentista reunió a los ministros que responden al estricto grupo político del Sr Astori (Asamblea Uruguay) e inclusive al Ministro de Ganadería y Agricultura, que fue propuesto por el mismo presidente y que teóricamente, por tanto, pertenecería al grupo del MPP.

Finalmente entre diálogos y cónclaves del Sr. Mujica y del Sr. Astori, pasaron casi tres meses y llegamos a la propuesta final que fue firmada por el Gabinete Ministerial en pleno y enviada así al Parlamento.

Historiar los entretelones durante estos tres meses es uno de los ejercicios más interesantes para dilucidar las posiciones políticas de los actores políticos principales de la cúpula gubernamental. Como reflejo del mismo problema, la actitud de ambos partidos burgueses. Y, en tercer lugar, las campañas de los medios de comunicación uruguayos, diarios, televisión y radios, opuestos por abrumadora mayoría al impuesto de marras. Un rápido resumen de esas posiciones en los últimos dos actores no nos aparta del panorama establecido y bien conocido por el electorado. Están por la política neo-liberal tradicional que aplicaron a rajatablas y por consiguiente están en contra de los impuestos. Esa posición que se basa en el ideologismo que ya los catapultó al llano y de la cual, sin embargo, con el cipayismo tradicional que los caracteriza en América Latina, no se apean. Para esta gente que la bonanza económica los favorezca es de parabienes, que deban aportar para la reparación de la caminería rural es un anatema. ¿Cómo sacarían, en consecuencia, los productos que los enriquecen si la infraestructura está rota y en necesaria urgencia de mantenimiento? ¿Qué criterio aplicar: el que rompe paga o, que como tradicionalmente están acostumbrados, que la sociedad se haga cargo de sus costos? Esta politiquería criolla, de hacer oposición con cualquier motivo, de ignorar que las commodities si no llegan a los puertos de embarque no pueden realizar la ganancia para las cuales se produjeron, es uno de los factores constantes de la oposición política. Ante los problemas reales se sale con posiciones ideológicas y con esas puerilidades se pretende hacer oposición. Prostituyen así, constantemente, la democracia parlamentaria uruguaya conquistada después de tantos sacrificios.

En el debate parlamentario del 19 de mayo, quedó bien en evidencia que en el tema del Terrorismo de Estado, hicieron oposición de modo tal que los oyentes que siguieron el debate, pudieron constatar que siguen siendo nostálgicos del tiempo de la dictadura cuando sus sectores de derecha integraron los consejos de estado como comparsa civil de la dictadura militar. La contradicción de abjurar de la dictadura (en toda ocasión que se preste para obtener réditos políticos) y plantearse que fueron héroes de la resistencia a la misma es una mentira evidente que todo el pueblo conoce. Al mismo tiempo, defienden a los militares que practicaron el terrorismo de Estado. En la situación justifican así las políticas que ambos partidos políticos practicaron en los 25 años posteriores a la vuelta a la democracia, donde presidentes blancos y colorados, apoyándose en la Ley de Caducidad, bloqueaban las investigaciones sobre asesinatos, violaciones, torturas y desapariciones de los detenidos (2). La contradicción evidente de ese sinsentido se les escapa y creen que todo se soluciona con mentiras evidentes y poniendo los ojos en blanco. Son una clase política improductiva, compuesta de profesionales de la política que viven de las dietas y las “mordidas” con las que se enriquecieron ilícitamente mientras estaban en el poder- desde la restauración democrática hasta el 2004- en que fueron desalojados del poder. No cambian, ni cambiarán jamás.

Mucho más importante es seguir el desarrollo del tema dentro del propio gobierno frentista. Allí nos encontramos con el panorama de las disputas al seno de la interna frenteamplista. Son disputas de cúpulas que se resuelven a puertas cerradas, manteniendo al pueblo votante en la absoluta ignorancia de cuáles son los matices en disputa. Un requisito fundamental de este entramado es que el pueblo no pueda intervenir y dar su veredicto. La democracia representativa es para los representados, el electorado después de haberlos elegido debe retirarse a un segunda plano y no intervenir en las discusiones de los elegidos, las grandes mentes que piensan por todos nosotros.

En ese marco, el sector del presidente, el MPP amenaza con movilizar a su base electoral para dirimir la contienda en el caso de que el curso propuesto por el Sr. Presidente les sea negativo. Un intento de amenaza en vano, porque el soporte fundamental del funcionamiento de las entidades de la cúpula gubernamental es que el pueblo no intervenga, no participe y, particularmente, no se mobilize.

El otro contendiente, el vicepresidente Astori, utilizará constantemente la táctica de dilatar todo lo posible el tema, intentar diluirlo al seno de otras problemáticas y tratar de lograr –por cansancio- que la propuesta no camine.

Seguir -en los tres meses- los diferentes argumentos que Astori fue desarrollando durante sus intentos de neutralizar la propuesta es revelador. Desde “el cambio de las reglas de juego”, hasta la posibilidad de juicios de la empresa Montes del Plata y, cuando convino, hasta la apelación al panorama de la crisis internacional. ¿Dónde se exponían estas consideraciones? ¿Acaso ante el electorado frenteamplista? La respuesta es no. Llegaban a la prensa burguesa en forma de trascendidos, interpretaciones, y primicias exclusivas de las cuales no hay responsable que dé la cara, viejo juego en el que la derecha del frente que mantiene canales abiertos con la prensa utiliza para intentar crear opinión favorable a sus propósitos.

Inclusive la última fase de este sainete político, es curiosa: el presidente Mujica ofreció que los ministros que no estuvieran de acuerdo, firmaran el proyecto utilizando a los subsecretarios de las carteras correspondientes. Cuestión que fue rechazada. Este toque final es muy revelador del clima político interno del gabinete gubernamental donde la idea de que las “commodities” nos traerán el desarrollo así como las inversiones extranjeras adquiere –con el correr del tiempo- el valor de un dogma (3).

Lo dilatado de la discusión, las maniobras de Astori, tuvieron para el mismo un efecto negativo. Estamos hablando de un impuesto que se propone recaudar solamente 60 millones de dólares anuales. Es en la discusión del Gabinete, entonces, que el ministro Lorenzo se desmarca del Sr. Astori, y señala no solo que está dispuesto a firmar el proyecto, sino también a defenderlo públicamente. A partir de esa situación Astori quedó reducido a su grupo político y las enmiendas que los parlamentarios que responden a él, logren obtener (en alianza con los sectores de la oposición burguesa) en el ámbito Parlamentario.

El impuesto de marras inicia ahora su periplo parlamentario: comisiones mediante, llegará a la discusión y será aprobado con algunas modificaciones. La caminería rural donde transitan camiones de 40 toneladas lo exige, son volúmenes constantes de tránsito, muy superiores a los que se acostumbraban para transportar el ganado. Y demuestran, como sucedió en Colonia, que la apertura al capital extranjero, las concesiones de puertos francos, provocan una acumulación del tránsito no prevista, no planificada, que toman estado público cuando los vecinos que deben soportar este constante tránsito en caminos y carreteras protestan. Solo entonces toman estado público las consecuencias de ciertos rumbos macro-económicos. Uruguay tiene una bonanza económica, un crecimiento, pero no tiene, definitivamente, un desarrollo. Es una coyuntura que la crisis de los países centrales cortará cuando las importaciones disminuyan. Problema que no es nuevo para nuestras economías dependientes. Problema que experimentamos antes, al final de la Segunda Gran Guerra y el respiro ( y bonanza) que nos concedió la Guerra de Corea. El gobierno, sus principales personajes políticos, tienen los oídos cerrados a las críticas y las prevenciones. Necesitan aferrarse a sus suposiciones, embanderarse con sus propias ilusiones subjetivas. Aspiran de esta manera ganar tiempo, quizás hasta ganar una elección más.

Esta estrategia tiene un denominador básico: no forzar las contradicciones sociales, eliminar la participación de las grandes mayorías, particularmente su movilización, que es temida y que hay que conjurar. En esto están básicamente de acuerdo tanto las corrientes en que se divide el Frente Amplio, como los sectores más lucidos de la oposición. De ahí los zig-zags. Una especie de “un pasito pa´lante, Maria, dos pasitos pa´atrás”. Mujica, como titular del poder Ejecutivo está por los zig-zags, Astori, como representante político de la estrategia económica frentista desde el triunfo del 2004 hasta el presente, representa el agotamiento de esta estrategia. De ahí su decline político que se inicia.

El balance de los resultados de la política económica, en el caso uruguayo, es bien claro: las desigualdades económicas no se han reducido, por el contrario han aumentado. La coyuntura, los buenos precios internacionales, las fuentes de trabajo abiertas, la legislación aprobada, las mejoras en la salud pública, la baja de los índices de pobreza y los de la miseria, no han bastado para cambiar el Uruguay. Ante esta situación el partido del gobierno responde con la propaganda intentando que el electorado quede cautivo de votarlos una vez más, porque eventualmente los rivales pueden ser mucho peores. Es la política del miedo, que empieza a cansar ya a sectores muy grandes particularmente entre los profesionales que lo manifestaron en una encuesta reciente del semanario “Brecha”. Cuando ese cansancio ante las constantes invocaciones “al cuco que se viene”, o las invocaciones a “la lealtad” se agoten, la burocracia política frenteamplista estará frente a un destino de pérdida de elecciones y una gran oportunidad se habrá perdido. En el mientras tanto las desigualdades sociales que crecen, acumulan fuerzas y pronto ha de llegar el tiempo en que se demuestren excesivas, inmorales e insoportables. El Gobierno va en camino de repetir el fracaso de la Concertación chilena, que hoy cuando la rebelión estudiantil estalla (y tiene apoyo masivo en la población) no pueden ignorar que fueron los principales responsables del estallido social que los condena particularmente a ellos.

•  Que Agazzi aparezca como “radical agrario” después que en el periodo pasado fue Ministro de Ganadería y Agricultura, es una verdadera impostura. El impuesto (de solo 60 millones de dólares) no frenará la concentración agraria ni la extranjerización. La concentración se debe a causas suficientemente analizadas. El capitalista agrario mediano o pequeño vende sus tierras o las deja porque no tiene respaldo del Estado a través del Ministerio correspondiente. El capital extranjero que compra o arrienda grandes extensiones lo hace porque el precio de la tierra en Uruguay es inferior a las de otras áreas agrarias con el mismo clima y potencialidades de suelo. Las grandes explotaciones soyeras o la forestal lo hacen además, porque los incentivos fiscales (la macro política definida por Astori y su equipo la denominada Ley de Promoción de Inversiones) son menores en Uruguay que en Brasil o en Argentina. En vez de embrutecer a su electorado o a las bases Mpepistas, Agazzi debería elevarlas en sus niveles de comprensión de los problemas nacionales. Ya bastantes falsedades y bagatelizaciones realiza diariamente el Sr. Presidente, para que lo secunden otros.

(2)Además del caso Gelman, el más notorio y por el cual es estado uruguayo ha sido condenado, existen más de 80 casos que en las diferentes administraciones blancas y coloradas aplicaron la Ley de Caducidad. De esa manera no solamente se saltaron la justica a la torera, acostumbraron además al Poder Judicial, a que casos que involucraran a los militares y su dictadura, no eran del agrado del Poder Ejecutivo y del Legislativo que se investigaran. Como esto se compagina con la pretensión de los partidos burgueses de haber sido “luchadores contra la dictadura” es un misterio. En realidad como dijo recientemente un miembro de esos partidos que conoció los conclaves “opositores”, todos ellos no pasaban, de reuniones para jugar al truco , aprovechando que no podían ir al Parlamento. Con eso pretenden pasar factura de opositores consecuentes, que nunca fueron.

(3) Este detalle es el más revelador del estilo gubernamental. El contrato con Montes del Plata (del cual dijo Astori en entrevista pública que era un mero borrador) no lleva la firma del Sr. Mujica. Fue firmado por su Secretario el Sr. Brescia en representación del Poder Ejecutivo. Mujica cuando propuso lo que propuso al seno del Consejo de Ministros estaba extendiendo, lo que es su práctica política habitual para no quedar luego “pegado” si las cosas salen mal. Lo mismo sucedió cuando el Ministro de Relaciones Exteriores, se “le escapó” en el tema del Terrorismo de Estado. Mujica es ferviente partidario del truquito de “jugar a varias puntas”, tratar de no dejar rastros comprometedores y argumentar después (como lo hizo) que “nadie lo había ido a ver o consultado” (en el tema del Terrorismo de Estado). No hubo periodista que señalara que él mismo había dicho públicamente que el tema lo dejaba a la “interna” frenteamplista y que se mantenía al margen de la discusión. Esos silencios públicos, después se procesan en los análisis politológicos y salen a luz, sólo en ellos, como sustento explicativo de las políticas del zig-zag.

 

 
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