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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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08-10-2011

 

 

 


Una visita inconveniente, no deseada y de mal agüero.

SURda

 

Nuestra opinión

 

El diario oficialista La República, informa en su edición del 7 de octubre de la visita del presidente Mujica y una amplia delegación (incluidos ministros) a Europa y que tendrá como objetivo varios países: Alemania, Suecia, Noruega, entre otros. La edición digital también registra una referencia a la colonia uruguaya en Suecia, pero agrega la sugestiva notica del interés del BPS uruguayo capitaneado por Murro en realizar un acuerdo con el actual gobierno burgués sueco.

Sabemos perfectamente bien que ciertas decisiones tomadas en el Consejo de Ministros en Uruguay y referidos particularmente a acuerdos e inversiones están dentro del marco de la política oficial del Ministerio de Economía de abrir las puertas a los inversionistas. Dentro de esas consideraciones las colonias de uruguayos residentes en esos países, no cuentan para la coalición que gobierna. Si es necesario sacrificarlos se les sacrifica.

Los uruguayos que residen en el exterior no tienen derecho a votar en las elecciones nacionales. El plebiscito sobre el tema, en la última elección, no contó con el apoyo de ciertas corrientes del Frente Amplio, las mismas que también sabotearon el otro plebiscito referido a la anulación de la Ley de Caducidad . Como es sabido de todos, luego de sabotear los plebiscitos sobre estos asuntos, ninguna corriente ha reconocido su responsabilidad particular en el tema. La metodología de fingir que no saben nada, el método de poner cara de “Yo no fui” es el método preferido de estos parlamentarios, ministros, gobernantes y figuras de la administración que viven del presupuesto del Estado, del bolsillo del contribuyente, a razón de 120.000 pesos moneda nacional (unos 6.000 dólares mensuales), mientras mas de 800.000 uruguayos reciben el apelativo de “diez mil pesistas” porque sus salarios son 12 veces menores que el de sus representantes (500 dólares aproximadamente). Comparar estas diferencias en los salarios entre los miembros del gobierno “progresista” y sus trabajadores es más que ilustrativo de la denominada “democracia” uruguaya. Una democracia en la cual tanto la parte burguesa como la “progresista” coinciden. Es una democracia donde desde las alturas del gobierno se fija “el marco económico” de las reivindicaciones salariales. Y nada puede exceder ese marco, que es más bien una camisa de fuerza. De esa manera la democracia es el derecho de la parte de la ciudadanía que se sienta en Parlamento, para debatir en la libertad más absoluta, negándole a la mayoría ese mismo derecho de participación que los “representantes” tienen. Ni siquiera las fuertes instituciones sociales que se inscriben en el modelo sueco, tienen posibilidad de desarrollo en Uruguay. No hay apoyo para la creación de una asociación de consumidores que limite los abusos de los productos y servicios que el “mercado” ofrece. No hay –como en Suecia- una publicación o un programa de televisión que haga conocer a la opinión pública sus abusos y sus estafas. Tampoco existe en Uruguay una asociación nacional de los inquilinos que también limite los abusos de los propietarios de las viviendas o de las que el estado ofrece a través de sus redes bancarias. Y podríamos seguir con otros ejemplos que demuestran que en Uruguay está limitado a la visión democrático- parlamentaria-representativa y allí cesan, en general, los derechos de los ciudadanos y electores.

La misma edición del periódico oficialista La República, consigna en las páginas políticas que la popularidad del actual presidente se asimila a la que tuvo Tabaré Vázquez, un 42%. Es una fórmula piadosa para evitar referirse a que ese mismo presidente llegó a tener un 67% de popularidad al comienzo de su magistratura. Es decir su popularidad ha descendido en 25 puntos. Pero La Republica, el “periódico plural” nos tiene acostumbrado a estos jueguitos de malabarismo estadístico y conceptual. Lo central, sin embargo, no es esto. Lo central es pautar los acontecimientos que han llevado al desplome de la popularidad del actual presidente.

El acontecimiento que culminó el 19 de mayo pasado es, en todo esto, central. Después de anunciar públicamente que el tema de la Anulación de la Ley de Caducidad, correspondía enteramente al Parlamento y a sus representantes y que no pensaba intervenir en el mismo, el presidente borró con sus acciones lo que había prometido de palabra públicamente. Comenzó –a espaldas de sus electores- por sabotear los acuerdos internos a través de los compromisos –también secretos- que mantenía con el grupo del Cap-L. Estos se oponían a través de poner condiciones al proyecto que finalmente llegó al Parlamento. Cuando finalmente el acuerdo interparlamentario de los representantes del Frente se produjo y la votación del mismo era un acuerdo que se suponía aceptado por todos, sorpresivamente el Presidente visitó a los parlamentarios en el ámbito de su trabajo para exigirles que no votaran el proyecto que habían acordado luego de largas negociaciones internas. Para agregar presión al asunto, el Sr. Eleuterio Fernández “renunció” a su banca parlamentaria. Y como con todo esto no alcanzó se montó la comedia que protagonizó el diputado Semproni que al negar su voto a lo acordado, saboteó definitivamente el proyecto.

Esta descripción aquí esbozada sólo pudo comprenderse por el público después de los sucesos a través de la intervención reveladora de los actores (la visita al Parlamento para saludar al senador renunciante fue el primer atisbo, el recibimiento de Semproni en la sede del Poder Ejecutivo para confirmar que daría el paso deseado fue el segundo. Pero además, otros hechos que se produjeron al mismo tiempo fueron demostrando palmariamente los malos pasos del titular del Ejecutivo (el incidente del “video”, la visita a Dalmao, después procesado, la intervención en Las Piedras el 18 de Mayo, un día antes del mismo 19 y, la votación fracasada en el Parlamento).

Más luz, se agregó posteriormente, en cierta entrevista del Secretario de la Presidencia ante la televisión, cuando sostuvo que para ciertas corrientes –dominantes en la interna frentista- el tema de los Derechos Humanos, resta votos y por eso no interesa. Propugnó además “el perdón” como solución al problema.

Ignorábamos que el tema de los Derechos Humanos y sus graves violaciones producidas en Uruguay, antes, durante y después, de la Tiranía Militar, restara votos. Menos aún, sabemos de que bases empíricas sale la afirmación. El tema, evidentemente, para ciertas jerarquías del Frente es un tema ideológico, una preferencia que aumenta sus coincidencias con la burguesía y con los militares. Es así, desde la nada, que se anuncia como verdad revelada, establecida y confiable, lo que no es tal.

En materia de Derechos Humanos, Uruguay y los sucesivos gobiernos que se han sucedido –burgueses y “progresistas”- están en déficit. Es por eso que Uruguay es condenado en los ámbitos del Derecho Internacional. El reciente caso Gelman es la prueba más contundente. Y se trata de que la opinión pública dé su lucha para imponerse a las corrientes frentistas y a los líderes de esas corrientes, que se niegan a reconocer esta justa aspiración de parte de las víctimas de aquella represión.

Otro factor –entre varios otros- que lleva a la baja de la popularidad del actual mandatario es el tema de la participación militar en la misión de Haiti. No se trata del asunto último de las violaciones a un ciudadano haitiano solamente. Se trata de toda la filosofía de la misma participación. El tema ya llevó, durante la administración Vázquez, a la renuncia de un parlamentario, Chifflet. En Haiti, Uruguay realiza una ocupación militar al servicio del imperialismo norteamericano. Es una violación flagrante de toda la tradición anti-imperialista de la izquierda uruguaya. Y es también una concesión a las aspiraciones de un militarismo uruguayo que todavía no ha sido depurado en sus mandos y en la misma estructura de formación en la Escuela Militar de sus cuerpos de oficiales. El tema fue señalado -hasta sus últimos momentos- por un militar frentista: el general Licandro. El Gobierno, a través de sus diferentes administraciones –Vázquez y ahora Mujica- ha ignorado el tema y ha utilizado a los ministros del ramo para afirmar su política de concesiones al militarismo y a sus viejos crímenes que, en la mayoría de sus violaciones, asesinatos, torturas y desapariciones todavía está impune.

Y como si todas estas cuestiones no fueran de una gravedad imposible de silenciar, tenemos el problema de la política macro-económica. No compartimos la filosofía gubernamental de que la inversión extranjera nos traerá el “desarrollo”. Es una falsedad evidente. La inversión extranjera nos traerá solamente crecimiento. Y no es posible seguir confundiendo –en medio de la bonanza económica- una cuestión con la otra. El “crecimiento” es coyuntural, el problema del desarrollo es estructural. Los recientes acuerdos con el proyecto papelero en Colonia a través del contrato con Montes del Plata a sido suficientemente denunciado y de parte del gobierno solo ha recibido los intentos más futiles de negar en principio lo que después se ha reconocido ampliamente. Lo mismo sucede con los yacimientos ferrosos desde Aratirí a la alternativa que se explora en Rivera.

Aquí tienen nuestros lectores, en un puñado apretado, las bases materiales de la pérdida de popularidad del gobierno Mujica y del mismo Frente Amplio. El tema del aburguesamiento de una coalición de izquierdas inmediatamente después de su llegada al gobierno, es nuevo e inédito para Uruguay, por la simple razón de que la izquierda no había sido antes alternativa de gobierno, ni había concitada las esperanzas y aspiraciones de cambio de la mayoría del electorado.

La ciudadanía ha contemplado a lo largo de dos administraciones frenteamplistas, la rápidez vertiginosa con que los parlamentarios, ministros, y otros altos funcionarios públicos se introducen en el cretinismo parlamentario. Y acompañando al mismo van la soberbia, el desprecio a los mandatos recibidos y el intento continuo y sistemático de hacernos pasar por “grandes cambios” lo que son solamente la reiteración de las políticas de reparto social del viejo batllismo que, todavía, ni siquiera han superado.

Con razón la vieja clase de políticos profesionales burgueses los hace objeto constante del escarnio, les señala que han “comprendido” el valor de la democracia y que son ellos los que les han marcado el camino, que cuando eran jóvenes e insensatos habían abandonado.

Esta izquierda gobernante, y el “progresismo” que la dirige y orienta, ha recibido recientemente de parte del economista Notaro un señalamiento indiscutible: el 30% de las corrientes de derecha orienta al frente y se impone sobre la izqierda que son el 70% de la formación originaria. Una minoría de fuerzas que no fueron nunca de izquierda tiene el predominio y la hegemonía, impone desde la macro-economía a la política exterior y la misma política social interna. Ese es en resumen el resultado práctico de este neo-liberalismo con “puntilla social”. Cambiar un poco, para que todo siga como estaba antes. La política del gatopardismo. Como cualquiera puede imaginarse la burguesía esta de parabienes.

El presidente Mujica y su fuerza política el MPP, en la misma medida que son la principal fuerza política y electoral del Frente Amplio tienen una responsabilidad indiscutible en todo esto. No es que los otros se les impongan. Es que ellos aceptan y acompañan.

La “fuerza que el Pepe construyo” muestra así la debilidad y la flaqueza que le son intrísecas. Sus parlamentarios, sus ministros, la enorme cantidad de funcionarios “de confianza” que se han introducido en la administración pública se aburguesan constantemente y nos dan el ejemplo de mala administración que acaba de ser evidente en los organismos de la Salud y que son la base del reciente conflicto de los funcionarios de la misma. El MPP recorre los caminos del aburguesamiento por burocratización.

Esta es la delegación de nuestros compatriotas-representantes que nos visitará en las próximas horas, con Mujica al frente. Un equipo gubernamental que no quiere oir hablar de los derechos humanos, de los presos y perseguidos y que para salir del paso nos promete el derecho al voto que recientemente nos negara en la última elección.

Vienen a repetirnos cantos de sirenas y engañapichangas para salir del paso. Veremos si a los exilados nos sobra el coraje para seguir repitiendo las viejas verdades que ellos han ignorado o, si coparán la opinión general de todos, las corrientes del oficialismo, del “medio-pelo” y de la conciliación que ya se agitan en los organismos de la parte de la ciudadanía que vive y tiene que trabajar para ganar su sustento porque este gobierno no ha sabido garantizar los derechos de todos a vivir y trabajar en nuestra tierra de la que fuimos arrancados por las persecuciones y la violencia.

 

 

 

 


 
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