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21-02-2009 |
150 años de la publicación de "El origen de las especies"
Eudald Carbonell i Roura
Darwin más que nunca
El Escéptico Digital150 años después, la selección natural continua siendo la espina dorsal de la Teoría de la Evolución y goza de buena salud. Sorprendentemente ahora en nuestro país cada vez se habla más de evolución: en publicidad, en discusiones formales e informales En contextos muy diversos la evolución es un concepto que está en boga y ha pasado a ser un elemento de la realidad social y cultural de nuestra especie. Como muchos otros vocablos que son socializados, nos sirven para entender cómo somos y nos ayudan a pensar y actuar de forma diferente.
Pero, ¿qué es la selección natural? De manera resumida, es la base del cambio evolutivo de los organismos vivos. A través de ella, los especímenes más adaptados sustituyen a los menos eficientes de manera que la acumulación lenta de cambios genéticos beneficiosos a lo largo de generaciones produce el éxito de una especie.
El racionalismo en Europa ha conseguido que evolución sea sinónimo de conciencia social, de conocimiento científico, de pensamiento consistente, etc. La formulación de la selección natural como mecanismo de adaptación y adquisición de caracteres que llevan a la diversidad biológica al planeta ha sido, y al paso que vamos, será la llave maestra del conocimiento sobre la evolución.
La influencia de Darwin en la evolución de la humanidad desde la publicación del 'Origen de las especies', en 1859, ha sido creciente tanto en los ámbitos científicos como en los sociales. Ha habido importantes nuevas formulaciones sobre la Teoría de la Evolución, sobre todo de la mano de Gould con su teoría del equilibrio puntuado, al admitir que la evolución tiene momentos de estasis o de pocos cambios y que en otros momentos los cambios se aceleran y producen transformaciones en cortos períodos de tiempo.
Una aplicación social de las teorías biológicas de la evolución nos llevo al darwinismo social, interpretación que ha servido durante mucho tiempo para justificar formaciones sociales como de la que formamos parte. Es obvio que Darwin no construyó la teoría para ser aplicada de forma poco elocuente a las diferencias sociales ni para justificarlas; hacerlo es una manipulación burda y de bajo perfil científico.
El evolucionismo, según mi punto de vista, tiene que jugar un rol muy importante en la concepción del futuro de la especie. La conciencia crítica y la inteligencia operativa son fruto de la selección natural, pero ahora, la conciencia, que también es un producto de la evolución, debe de servir para desplazar el azar evolutivo y sustituirlo por la lógica del conocimiento y del pensamiento humano.
El 150 aniversario de la Teoría de la Evolución nos puede servir para socializar aún más ese concepto que explica cómo hemos llegado hasta aquí. Leer directamente a Darwin es un lujo y lo aconsejo a los que no lo habéis hecho todavía. Cuántos más descubrimientos hacemos desde las ciencias de la vida y de la tierra, más sólida es esa teoría.
Tuve la suerte de estar en las Galápagos, uno de los lugares que visitó el genial naturalista en el siglo XIX con el Beagle. Desde allí tuve el honor de escuchar al matrimonio Grant, que lleva más de 25 años estudiando la variabilidad de los pinzones, con lo cual habían comprobado de nuevo lo robusta que es la Teoría de la Evolución.
Por consiguiente, hagamos un esfuerzo para conocer más y evolucionemos como humanos a través del conocimiento de la Teoría de la Evolución.
<Artículo publicado originalmente en la bitácora Sapiens>
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