"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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08-06 -2015 |
El libre comercio y la libre mentira. ¿TLC con la UE?
En época de pragmatismo pos-moderno vale refrescar que el individualismo y el libre comercio forman el cogollo de las teorías económicas al servicio de la burguesía. Adam Smith hacia fines del siglo XVIII escribe: “Cada individuo se esfuerza continuamente en encontrar el más ventajoso empleo para todo capital que controle. Es su ventaja propia, indudablemente, no la de la sociedad, lo que tiene presente. Pero el estudio de su propia ventaja, necesariamente, le lleva a preferir el empleo que es más ventajoso para la sociedad”. Idea sustancial conducente a las “leyes naturales” que no se pueden contravenir. Otro economista clásico, David Ricardo, defiende el libre intercambio internacional: “Bajo un sistema de comercio perfectamente libre, cada país dedica, naturalmente, su capital y su trabajo a los empleos que les sean más beneficiosos. Esta persecución de la ventaja individual está admirablemente relacionada con el bien universal de todos. Estimulando la industria, premiando la ingeniosidad y usando más eficazmente los poderes peculiares otorgados por la Naturaleza, distribuye el trabajo más efectivamente y más económicamente mientras, aumentando la masa general de las producciones, difunde el beneficio general y consolida, por un lazo común de interés e intercambio, la sociedad universal de las naciones, en todo el mundo civilizado. Es este principio el que determina que el vino será producido en Francia y Portugal, el maíz en los Estados Unidos y Polonia y la ferretería y otros artículos fabricados en Inglaterra.”
¡Ah, el “libre comercio”! Obsérvese que en esta armoniosa conjunción internacional, la Inglaterra de la Revolución Industrial vende mercancías fabricadas, mientras los otros venden materias primas. Pero los precios de las manufacturas, de mayor valor agregado, suben y los de las materias primas descienden, en beneficio de los centros del poder capitalista. En los últimos siglos, la burguesía imperialista ha seguido propagando el “libre comercio”, aunque la libre competencia empresarial haya cedido paso a los monopolios y se haya llegado a las trasnacionales. Para los pueblos, el mentado “libre comercio” equivale a la igualdad del “zorro libre en el gallinero, con gallinas también libres…”.
El “libre comercio” se predica para desinformados. Mientras, las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC) se han estancado porque los países industrializados exigen libertad para sus exportaciones pero no las admiten para las importaciones, manteniendo subsidios agrícolas y ventajas para sus productores locales.
El nuevo escenario: EE.UU. y UE
EE.UU. utiliza su poder económico, político, militar y comunicacional para liberalizar y privatizar. Impulsa grandes acuerdos simultáneos, entre los que se destacan el TISA, el Tratado Transpacífico (TTP) y el Tratado Transatlántico (TTA). El TISA marca la agonía de la OMC, ya que las grandes potencias han paralizado la Ronda negociadora de Doha. Significa la mayor liberalización por su profundidad y extensión territorial, acompañada de la pérdida de soberanía de los Estados Nacionales, bajo la férula de las trasnacionales. En esa negociación los países del BRICS no están presentes, ni tampoco Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia y la mayoría de los países.
Los gobiernos de Vázquez y Mujica han ligado a Uruguay a estos acuerdos, olvidando el ABC de una política económica y de inserción internacional de izquierda. Del TISA se ha escrito mucho y bueno. ¿Pero, por qué se insiste también con un TLC con la UE demorado dos décadas?
En los últimos quince o veinte años, ha cambiado la correlación entre Estados Unidos y la Unión Europea. Nuestra América ha sido escenario de la batalla inter-imperialista y por los noventa y primera década del siglo XXI, se habían emparejado las inversiones de la UE y de EE.UU., las exportaciones e importaciones de Nuestra América con ambos, y el Producto Bruto Interno y la población entre los gigantes De modo sugestivo en marzo de 2002, el "New York Times" titula " Nubes de tormenta en las relaciones Estados Unidos-Europa" ; y trascribe la declaración de los quince jefes de Estado de la UE en Estocolmo, que afirma: "la UE soportará los efectos negativos de la desaceleración económica de Estados Unidos y Japón y podrá asumir el liderazgo de la economía mundial" .
Ante la presión estadounidense por el ALCA, la UE intentó aprovechar los esfuerzos sudamericanos por emanciparse de EE.UU. Y como había ocurrido durante el siglo XIX, la necesidad de dividir a los poderosos, la conveniencia de aproximación táctica, o bien, la convicción ideológica de que se trataba del imperialismo “bueno”, habían inclinado al MERCOSUR a negociar con la UE. Sin embargo, las negociaciones no han avanzado porque las condiciones de la UE no han diferido sustancialmente de las de EE.UU. Ya entonces los movimientos y organizaciones sociales del MERCOSUR en comunicado conjunto manifestaron que se trataba de un acuerdo que pone en juego “nuestra soberanía y las posibilidades de avanzar en una verdadera integración sustentable subregional y con los pueblos europeos.” Un punto clave fueron los subsidios a la producción agrícola que favorece a los nuevos miembros de la UE.
Desde entonces ha cambiado la correlación entre la UE y EE.UU. y el Secretario del Departamento de Estado John Kerry ha caracterizado al Hemisferio Occidental (y no sólo a América Latina y el Caribe) como el patio trasero de EE.UU., mientras Obama declara que “a veces torcemos el brazo a otros países para que hagan lo que queremos”. Por factores imposibles de reseñar en escasas líneas, EE.UU. ha tenido cierta recuperación a diferencia de la UE. Y con primacía de EE.UU. se negocia el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión. Es que el conflicto de EE.UU. ya no se libra contra Europa, sino contra los países del BRICS, China, Rusia y Brasil, principalmente. Por ende, a partir de la nueva situación, los intereses trasnacionales en función de la resistencia que ha generado el ALCA y los TLC con Estados Unidos, han cambiado su táctica, y apuestan al TLC con la UE como vía de abrir el camino al TLC con EE.UU . L a campaña está lanzada.
Si Uruguay –o mejor aún, parte del Mercosur- pacta un tratado con la UE , “aunque sea por el absurdo, la concreción de este acuerdo(es) el camino que nos dé vía libre para suscribir fluidamente TLC con otras partes del mundo, incluido EE.UU.”
Alerta máxima para Uruguay y Nuestra América. Lo advierten el PT y las organizaciones sociales brasileñas, que afirman que la “flexibilización” del Mercosur sería un trágico error. Los trabajadores, las clases populares y las izquierdas comienzan a unirse contra los cooptados por el sistema.
Carlos Steneri, Suplemento de Economía de “El País”. 2014
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